¿Cuál es el papel que juega la represión en la cultura?
“La felicidad, considerada en el sentido limitado, cuya realización parece posible, es meramente un problema de la economía libidinal de cada individuo. Ninguna regla al respecto vale para todos; cada uno debe buscar por sí mismo la manera en que pueda ser feliz. Su elección del camino a seguir será influida por los más diversos factores. Todo depende de la suma de satisfacción real que pueda esperar del mundo exterior y de la medida en que se incline a independizarse de éste; por fin, también de la fuerza que se atribuya a sí mismo para modificarlo según sus deseos.”
Con este párrafo Freud en su escrito “El malestar en la cultura” nos resume de manera sencilla el como la felicidad, objetivo último de la vida humana, constituye un objeto de búsqueda permanente en ésta, y por la cual se conforman todas las relaciones psíquicas y sociales que establece el individuo.
El individuo en su búsqueda constante de felicidad, se enfoca, en identificar las fuentes de placer para ir tras ellas y las de displacer, para rehuirlas. Todo lo que haya que hacer para lograr estos objetivos será llevado a cabo irremediablemente. En este punto surge la Represión. El hombre en busca de “felicidad”, y la observación de que algunos instintos naturales “interfieren” con la consecución de esta, pone freno a estos mediante mecanismos culturales.
“La teoría de la represión es la piedra angular sobre la que reposa todo el edificio del psicoanálisis, su pieza más esencial”. (BERNFELD, S. (1973) El psicoanálisis y la educación antiautoritaria. Barcelona. Barral.)
El hombre, así como en su infancia desarrolla el complejo edípico en el cual mediante una mezcla de amor y odio, admiración y rechazo hacia el padre, que lo provee y protege (por represión), en la edad adulta desarrolla un malestar hacia la cultura que lo mantiene siendo un “niño”, en la que su capacidad de autodeterminación se ve vulnerada en pro de “bienestar y felicidad”.
“La revuelta contra el padre original eliminó a una persona individual que podía ser reemplazada por otras personas; pero cuando la dominación del padre se extiende a la dominación de la sociedad, ese reemplazamiento parece imposible y la culpa llega a ser fatal” (Marcuse – Eros y civilización)
Freud lo relata de esta manera: “…nuestra llamada cultura llevaría gran parte de la culpa por la miseria que sufrimos, y podríamos ser mucho más felices si la abandonásemos para retornar a condiciones de vida más primitivas. Califico de sorprendente esta aseveración, porque -cualquiera sea el sentido que se dé al concepto de cultura- es innegable que todos los recursos con los cuales intentamos defendernos contra los sufrimientos amenazantes proceden precisamente de esa cultura”
Aunque Freud considera la cultura y su papel represor como algo que favorece la “civilización y bienestar”, es importante enfrentarse al hecho que muchas “estructuras civilizadas” hasta el momento, han sido las pautas que han dado origen a patologías que en el pasado eran menos comunes.
Pienso que la represión es un medio “paliativo” para subsanar condiciones adversas a la condición humana que la “civilización” trae consigo. No en favor del bien común de la especie, sino para mantener un Status Quo que privilegia a los que se encuentran en la parte superior de la pirámide jerárquica de la sociedad “civilizada”.
La naturaleza del hombre no debe ser reprimida sino bien encauzada, puesto que, la represión, viéndola desde el punto de vista “físico o mecánico”, siempre lleva a una estructura cualquiera al debilitamiento progresivo y colapso inevitable.